De este lado


          Es imposible hablar de San Telmo y Chacarita y no mirarnos de frente. Es imposible tomar la línea B y creer que puedo olvidarte. Alem sos vos, yo soy Lacroze. Somos dos personajes con una historia única y anónima en la inmesidad de Buenos Aires. Pero esta vez no hay alcohol que salve. No anestesia porque estás presente en cada sabor, en cada combinación etílica. Nos resfrescamos en vino blanco y besos. Hicimos la plancha en gin y amor. El verano fue intenso y el invierno nos destrozó.
          Tu viento a favor, tu vela desplegada, tu cruce a través del umbral el miedo. Yo me quedé de este lado, agazapada a pesar mío, me quedé conmigo que a lo lejos no era buen augurio.  Confirmo en silencio lo peor que descubriste con el tiempo: cobarde. Me congela el sudor, innegable. No sabía cuánto iba a entristecer.
       

Sin darnos cuenta


          El paso del tiempo se medía en las cosas que nos acusaban desde su mentirosa insignificancia. El aire acondicionado pasó de frío a calor, comenzamos a dormir con ropa e inauguramos la vista de películas bajo la manta y enroscadas las piernas como si realmente eso nos salvara del frío y la soledad. El cepillo de dientes empezó a pedir a gritos cambio, mis cosas en tu baño despertaban dudas y sospechas; las tuyas en el mío, también. La base tropical que soñamos juntas comenzó a compartir protagonismo con la otra casi al final del recorrido de esa línea roja y ahí los nuevos colores, el patio damero, otros rituales y tiempos. La comida cambió, cambiaron los sabores y las temperaturas, cambiaron las canciones y las luces. Cambió todo. Vos y yo también comenzamos a cambiar. De a poco, casi sin darnos cuenta. Nunca tuve el coraje para llevarme todo lo que ya no me pertenecía.